miércoles, 29 de abril de 2009

Cuéntame



El controvertido psicoanalista Bruno Bettelheim dice en relación a los cuentos que la necesidad de que nos cuenten un cuento es tan antigua como el hombre. Se desconoce, no obstante, el origen de la mayoría de los cuentos tradicionales. El hecho de que existan tantas remotas versiones en tantos países diferentes, hace imposible conocer su origen. Dice todo esto en una deliciosa edición de los cuentos tradicionales de Peurroux. En él aparecen los cuentos de toda la vida (la cierva del bosque, la bella durmiente, barba azul…)
Justifica el autor, la existencia del cuento en la necesidad de creer que tienen los niños y adultos, pero sobre todo en la necesidad de creer en un final feliz y por ende, en que los problemas pueden ser resueltos. Aunque sea mediante soluciones mágicas o extraordinarias. La imaginación se convierte así en un instrumento mental tan necesario como las propias proteínas para el crecimiento. Debe ser por esto que nuestras madres tan sabias nos contaban de pequeños en la cama su propia versión de los cuentos tradicionales.
En este deseo milenario se ha basado toda la tradición tanto oriental como occidental, y es quizá por eso. que los cuentos entroncan con lo más esencial del ser humano; valga como ejemplo “las mil y una noche” compendio de cuentos tradicionales de oriente. Imprescindibles leer en las ediciones de Burton o Galland.
Sin embargo, hay otra otra razón para escribir cuentos, y a ésta le responde Ángela Carter. Los cuentos también se escriben para subvertirlos, para transgredir para invertir la historia y colocar a la mujer en su sitio. Esto es lo que hace en su fantástico libro de cuentos “la Cámara sangrienta”. En un lenguaje preciosista y gótico la autora nos interna en maravillosos cuentos tradicionales donde la protagonista es casi siempre la mujer y subvierte el rol de víctima pasiva al de heroína activa que resuelve las situaciones con ingenio, sagacidad o valentía.
Ángela Carter reivindica de esta forma el papel positivo de la mujer en los cuentos, para así, de una forma sensual y paródica cuestionar todo el sistema patriarcal. Pero lo hace sin dogmatismos, basta sólo su palabra, su forma de narrar, de un estilismo literario y elegancia rara de hallar ¿Cómo no había oído hablar de ella antes?
He aquí una muestra.
“La vela fluctúa, se apaga. Su contacto me consuela y me desbasta a la vez; siento mi corazón que pulsa, que se agosta, desnuda como una piedra sobre el jergón crujiente, mientras la hermosa noche lunada se desliza por la ventana para motear los flancos de este inocente que construye jaulas para sus dulces pájaros cantores. Cómeme, bébeme; sedienta, consumida, hechizada, vuelvo a él una y otra vez a que sus dedos me desnuden de esta piel andrajosa y me vistan con su traje de agua, esa túnica que me envuelve y me empapa, su olor resbaladizo, su voluntad de ahogar”.
No apto para aquellos que no se dejen llevar por el divagar de las palabras y sus sugerencias internas. Pero altamente recomendable.

martes, 28 de abril de 2009

No solo eso



Por si alguien tenía dudas. Lanzarote no es sólo playas, sol y turismo.

Hoy tiene el honor de ser la isla que mayor índice de parados de todas Canarias, y como éstas ocupaban ya el primer ranking en el territorio nacional, tenemos que la ganadora, en todo el territorio nacional, es mi querida isla de Lanzarote con el 28% de destrucción de empleo ¿Por qué?

Porque políticos y gobernantes se han dedicado durante décadas a hacer de la explotación hotelera y el turismo el único bastión de la prosperidad.

Porque se han abandonado los sectores primarios, pesca y agricultura, (que son los que alimentan a fin de cuenta) rondando sólo en un 15% la producción agrícola de autoabastecimiento para las islas, en pos del cultivo del ladrillo.

Porque el cultivo salvaje del ladrillo sólo ha provocado una rápida absorción laboral de mano de obra no cualificada que se corresponde con la que mayoritariamente está en demanda de empleo.

Porque no se ha hecho previsión de este fenómeno creyéndose que la gallina de los huevos de oro nunca iba a acabar.

Porque unida a la baja formación de los trabajadores el S.C.E (Servicio Canario de Empleo) ha ofertado año tras años solo cursos de formación en informática. Por lo que los peones y obreros de la construcción deben ser los mejores preparados en informática pero continúan igualmente sin empleo.

Estas, a groso modo, son algunas de las razones de que esta isla, archifabricada, con más camas turísticas por habitante que Japón, tenga el mayor número de parados y de destrucción de empleo de toda España.

Razones, más que suficientes para cambiar de rumbo, no obstante y probablemente debido al rédito que le deben a algunos empresarios, el gobierno canario, va a seguir aumentado las camas turísticas con la excusa de que serán hoteles escuela… más camareros, cocineros y freganchines… que no hay pocos.


lunes, 27 de abril de 2009

Dónde te has ido



Asciende el cerro inhóspito, frío. El invierno se ha adelantado y la nieve fundida entre el ramaje lagrimea sin cesar. Un viento iracundo serpentea y hace gemir las hojas de los árboles. Thomas Hackison galopa sin parar entre las sombras, sorteando los pantanos y las ánimas. La bruma desciende hasta cubrir las patas del caballo que relincha. Sabe que el animal está exhausto y no caminará más. No tiene más remedio que abandonarlo a su suerte y continuar la marcha, enfebrecido.

Tomas Hackison tiene los ojos enrojecidos y la mirada encendida como un animal enfurecido. Lleva dos noches y un día cabalgando sin parar. Va a su encuentro a través de las sombras, sin más guía que su incendiado corazón. No descansará hasta verla. Tropieza y cae sobre las piedras del camino. Sobre su frente se ha abierto una brecha por donde corre un hilillo de sangre roja y espesa.

A veces, se detiene para lanzar un grito que quiebra los montes y estremece al páramo a su paso. Ha dejado la hacienda atrás, al amparo de los criados descuidados; ha desertado de la contienda de los hombres y se interna en el mundo de las fieras. Asciende el monte escarpado, sin detenerse ante los espinos que rasgan su ropa ni ante la noche ni el viento frío. Resbala, una y otra vez, hundiendo las manos como garras en la tierra húmeda.

En la aldea, la gente dice que el viento de tramontana vuelve loco a los hombres y desata delirios. Será por eso que él ha vagado durante días en la hacienda como una fiera encerrada, junto al féretro de la amada; y ha perdido la cordura y reniega de dios y de todo lo divino.

- Espérame- le dice al aire- soy el que te ama; más allá de la vida, más allá de la muerte.

La niebla cubre de una espesura blanquecina lo alto del monte y Thomas Hackinson ya no distingue nada; pero no lo necesita, tiene una sola guía que es la que le alumbra. No se detiene, continúa ascendiendo, a cuatro patas, haciendo rodar musgo y piedras a su paso. Cuanto más asciende más olvida su condición de humano.

Espérame- le dice a las sombras- estoy llegando.

Pero solo aúllan las ramas en el fragor del viento. Ruge, el rostro ensangrentado, enfundado aún en su piel de hombre mientras se va deshaciendo de la vestimenta que le cubre.

Grita su nombre entre la niebla cuando llega a lo alto. Brama, desafiando las leyes del universo, y contempla con desdén el abismo que se abre a sus pies. Entonces siente que ella está ahí, detrás de él. Percibe su presencia con una certeza que no es de este mundo.

Una loba blanca lo mira con la luna nueva en los ojos. La bestia, con paso quedo, se acerca y lo mira a los ojos reconociéndolo.

-Mi amada – le dice aullando.

Entonces su espalda cruje, y se doblega; los pies y manos convertidos en patas sobre la tierra. La piel se transmuta en pelaje, y su rostro, de fiero hombre, adquiere, de pronto, la dulzura de la bestia.

En noches donde tramontana ruge, aún se puede distinguir entre los pedregales del cerro, cuando la niebla se ha ido, el aullido de los lobos y la sombra de sus almas corriendo en un mismo sentido.

domingo, 26 de abril de 2009

La vida te da

Estamos de mudanza y la casa es un caos, pero hay canciones como esta que te levantan el ánimo y te hacen bailar...

sábado, 25 de abril de 2009

El abismo de lo que una vez fue corazón


Barcelona. Las Ramblas. Sábado. Seis de la tarde. Cafetería a medio llenar.

- Me pasas el periódico que no lo he leído- dice la joven escuálida que está sentada en la barra. Su piel es morena y sus rasgos amerindios la delatan.

- Te lo vendo a mitad de precio- responde alegre el señor a su lado. Pero la chica no sonríe. Tiene la mirada triste y un aire ausente y turbio, como si estuviese pensando en oscuros pensamientos inconfesables. El hombre ha tomado su café y se aburre, entonces decide hablarle.

- ¿Quieres un café, chiquita?

La chica se alza de hombros con aire indolente.

- si me invita- dice con un matiz cansado en su voz.

- Claro, todavía no he dejado que ninguna mujer me invite. ¿Cómo te llamas?

La joven mira por primera vez al hombre, lanza una mirada inteligente sobre él e imagina su deseo. Esto solo le provoca una profunda desgana.

-María, Laura…hija, como quiera- dice sardónicamente, hay una mueca un su rostro que no llega a ser una sonrisa. Este gesto le hace mayor de lo que es, pero en realidad no tiene más de veinte años.

-je..je… no eres de aquí ¿verdad?

La muchacha no responde. Quiere leer el periódico. Tendré que aguantarle todas sus tonterías por un café.

-y ¿qué haces aquí?

-A parte de tomar café, busco trabajo...- responde la muchacha sin mirarle.

Ahora me dirá los trabajos están difíciles, si tu quisieras, yo te podría ayudar.

-uff… los trabajos están difíciles hoy en día. Pero una chica tan guapa como tú – el hombre arrastra las últimas palabras con delectación.

Si vale. No diga más.

-¿has comido ya? ¿Tienes hambre?

- no, pero es lo mismo- dice la chica alzando nuevamente los hombros.

-Ah eso sí que no, al estómago nunca se engaña.

Al estómago es a lo único que se engaña, imbécil.

-camarero póngame un plato combinado ¿Cuál quieres?

-Me da igual.

El hombre pide por ella. La mujer come primero con desgana y luego con avidez. El hombre le habla sin parar. Ella no responde.

-Así me gusta, todavía tienes que crecer. Yo soy capitán general del ejército.

Tú si que te supiste asegurar la vida bien, ¿eh gordito?

-Bueno, parece que tenías hambre. No me mires así…yo no busco nada, no me gusta aprovecharme de las personas.

Parece sincero, este calvo gordito, quien sabe, un buen padre de familia, retirado ya, quizá hoy sea diferente Lolita.

-Yo te puedo dejar cincuenta euros si los necesitas… - el hombre mira a un lado y otro de la barra, baja el volumen- si tú quisieras, podríamos pasar un ratito juntos.

La mujer asiente en silencio. El hombre pone el dinero sobre la mesa y salen juntos. En la habitación del hotel el hombre se desnuda mostrando obsceno una gran barriga prominente. Lolita se desviste mientras mira por la ventana del hotel. El hombre la vuelve hacía sí por los hombros e intenta inútilmente introducir la lengua dentro de su boca. Pero ella se resiste. Se tiende en la cama y se abre de piernas. El hombre la enviste mientras dice palabras que ella no oye. El hombre cierra los ojos y no ve que la chica llora silenciosamente.

Paren ya, paren ya, paren ya. Por qué todos quieren solo mi cuerpo. Paren ya, pero no se podrán apoderar nunca de mi corazón porque ya no existe. Haré lo que usted me pida señor, solo le daré mi cuerpo, solo, no sabe lo bien que lo utilizo, como le tengo enseñada la lección, aunque no pueda controlar ahora las lágrimas. Mientras usted intenta en vano penetrar en mi, llenar lo que es imposible llenar , que tantos como usted quieren llenar, señor capitán general no ha ganado usted ninguna batalla a este corazón que no existe, solo ha ahondado un poco más el abismo…paren ya lágrimas, estúpidas, ilusas, niñas todavía esto es la vida…qué te creías.

-Te cuidado con el dinero, que hay mucha gente mala aquí en Barcelona. ¿Pero ya estás vestida?

- sí, debería haber más gente como usted.

- sí, es lo que yo digo, como yo hay pocos.

- cierto, señor.


jueves, 23 de abril de 2009

Quiero ser un hombre



Míralo ahí. Durmiendo en el sofá. El que solo se iba a echar un ratito, qué feliz es. Esta noche yo estaré muerta de sueño y él se acostará tarde viendo algún programa de deportes. Mañana volveremos a tener de nuevo los horarios cruzados, cuando él se levante, yo estaré ya cansada de limpiar. No sé ni por qué lo quiero, pero si es que es una bestia, dios mío, trabajar, dormir, comer y ver la tele. No hace otra cosa. Al menos la niña está dormida y puedo leer mi correo. Tengo que sacar los filetes del congelador para mañana. Qué más, y comprar leche para la niña, que no se me olvide. Llevo fatal el examen del miércoles, mierda, quien me mandaría a apuntarme a tantas asignaturas. Si es que soy para todo igual. Un desastre. Y el armario de la niña, dije que lo iba a arreglar hoy. Tengo que doblar toda la ropa y poner una lavadora de blanco. Joder, pero qué es esto. Mierda ni siquiera ha sacado la ropa de la secadora. ¿Cuántos días lleva aquí? Para dos cosas que tiene que hacer. A veces es mejor que no me ayude. Que no me ayude. ¿Me estoy oyendo? Ya lo decía aquél hombre por la radio, cómo se llamaba, no sé, que las palabras conforman nuestro pensamiento. ¿Cuándo asumí la responsabilidad de toda la casa? ¿Cuándo acepté que lo que él hiciera fuera solo una ayuda? Tengo ganas de llorar o de comerme una pasta entera de chocolate con leche, pero estoy a dieta. Me la acabaré comiendo, a fin de cuentas a él le preocupa un rábano que tenga tres quilos de más o de menos. Ya ni me mira. ¿Cuándo fue la última vez que lo hicimos? Se me olvidó. Todavía está enfadado por la última vez. Lo sé. Aunque no me diga nada. Pero por qué se le ocurrió preguntarme. Claro que he fingido orgasmos, como todo el mundo, ¿no? Al menos en este lado del mundo. Pero es que, por más que se lo digo, no entiende. Piensa que me tengo que excitar por chupársela. Eso es lo único que quiere últimamente, y después las prisas, y así yo no puedo, no estoy preparada, hay veces que me duele y que quiero que acabe ya. Entonces finjo, cualquiera lo haría. Al principio no era así. ¿Cuándo cambió todo? No lo sé. Quizá cuando nació la niña. Y luego no se puede hablar con él. Se enfada, se ofusca, me da la razón, está dos días sin hablarme. Y otra vez a empezar. ¿Por qué es tan difícil hablar con los hombres? Tengo que parar, ya llevo dos tabletas y media de chocolate. Esta media y paro. Encima eso, tiranizada a las dietas. Cómo me gustaría ser como Esther. Que pasa de todo. Claro ella que puede, empresaria, inteligente, segura, guapa, ¿A quién le importa que tenga sobrepeso? A los hombres parece que no, que se los liga a pares. Sin embargo, ella dice que me admira a mí. ¡¡ A mi¡¡ Porque trabajo, estudio, soy ama de casa y me conformo con nada. Eso lo dice por mi marido. Lo sé. Pero el cariño es mutuo. Si ella supiera. Ni siquiera me atrevo a decírselo a ella. Si ella supiera que no me conformo con nada. No me conformo con nada. Hice lo que lo que tenía que hacer. Lo que la sociedad esperaba de mí. Trabajé, me casé, me compré una casa, tuve un hijo, incluso estudio, para seguir formándome, sacando horas de donde no puedo. Me mantengo en mi dieta, soy una buena esposa, no le pido nada más a la vida. Esto es lo que digo a los demás. Pero es mentira. Solo tengo un deseo. Me gustaría ser un tío. Sí. Lo he pensado todo. En la próxima vida me pido ser un hombre. Me pido no desear nada, satisfacerme con cumplir en el trabajo, traer dinero a casa, y ser feliz con mi mujer y mi hija. No tener que preocuparme por mi físico, o si tengo ojeras o me he depilado. No llorar con todo, no complicarlo todo. Quiero andar como si no le debiera nada a nadie, ni siquiera a mí misma; Hablar lo mínimo. Sin más preocupación. Sin más por qué ni más allá. Estar a gusto con las tres cosas básicas, sin ser excesivamente sensible, y simplificarlo todo mucho. Porque el mundo está bien hecho cuando eres un hombre y todo tiene su razón de ser. Cada cosa en su sitio y cada sitio en su cosa. Ellos siempre saben por qué quieren lo que quieren y lo que les pasa cuando les pasa. Aunque no digan nada. ¿Pero qué es lo qué quiero? ¿Qué es lo que me falta? Si es que ni sé lo que me pasa. Lo tengo todo. Seguro que si fuera un hombre no me estaría haciendo preguntas de este tipo, aquí sentada en la cocina, con mil cosas por hacer, a punto de echarme a llorar, y sin parar de comer chocolate. Jorge se ha levantado ¿ Me habrá intuido?

-¿Qué te pasa?

- No sé, me he hinchado a chocolate.

- ¡ Qué golosa eres¡ Luego te estarás lamentado.

- Ya lo sé.

-Pero ¿y por eso lloras? ¿Te va a venir la regla?