viernes, 27 de marzo de 2009

GARA Y JONAY



En la Gomera, llamada también la isla del agua por las innumerables fuentes que manan del interior de la tierra y de sus montañas, vivía Gara, hija de Menceyes. Cuenta la leyenda, que en el interior de la isla existía una fuente a la que acudían todos los jóvenes a mirarse pues sus aguas eran mágicas. Ocurría que si al mirar en ellas se reflejaba su rostro con claridad, la fortuna te sonreiría en el amor, pero si las aguas se enturbiaban éste sería desdichado.

Un día acudió Gara a la fuente a mirarse a las aguas descubriendo en ellas el agua transparente reflejar su hermoso rostro. Pero a lo pocos minutos el agua comenzó a enturbiarse. Gara salió despavorido a consultar al oráculo quien le dijo estas palabras: “lo que tenga que ser será. Huye del fuego”. Gara ante el temor de que estos presagios se confirmaran se hizo vestal o diosa, por lo que su amor fue prohibido a todo mortal. Pero nada puede poner barreras al amor, ni hay fuego o mar que lo detenga, y por más que se trate de ocultar bajo cien capas de tierras, éste crece como una raíz profunda con fuerza poderosa. Sucedió en la fiesta de Beñesmén, adonde acudían todos los jóvenes casaderos de las demás islas.

Jonay, hijo de Menceyes, procedente de la isla de Tenerife, llamada también la isla del fuego, por el ingente volcán que allí dormía llegó un día a la isla. Se adentró con sus guerreros en el bosque y descubrió a Gara, reflejándose en las aguas turbias de la fuente. No fue necesario hablar. Los jóvenes se miraron y comprendieron que sus corazones les pertenecían. En ese mismo paraje se amaron sin conocerse pero con la certeza de que sus amor era eterno. Entonces el volcán rugió y comenzó a lanzar fuego por su boca durante días. La lava comenzó a desbordarse por la montaña hacia el mar provocando el temor de la gente. Entonces los Menceyes recordaron la profecía, Jonay era de la isla del fuego y Gara de la isla del agua. El fuego y el agua no pueden estar juntos. Aquella unión estaba condenada. Entonces prohibieron a los enamorados amarse, aquél amor era imposible. Cuando el Mencey comunicó esto a Gara el volcán se detuvo. El joven tuvo que volver a la isla de fuego. Pero su corazón destrozado se lanzó una noche al mar, y cruzo a nado hasta la isla de la Gomera para encontrarse con su amada. Cuando las fuerzas desfallecían pensaban en los ojos de su amada que lo llamaban desde la distancia. Jonay llegó a la isla y se encontró con Gara, pero ya los guerreros habían ido en su busca, temerosos de que el volcán irrumpiera de nuevo provocando la muerte de todos. Los amantes, en su desesperación y sabiendo que la muerte no era peor que la separación de sus cuerpos, se lanzaron al abismo abrazados.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Preciosa historia, me ha encantado...

Nefer