viernes, 13 de febrero de 2009

INSTRUCCIONES PARA SER UNA BUENA MUJER



Levántate antes que él. Es necesario que el aroma del café recién hecho le despierte de su sueño reparador. Tú, en cambio llevas horas en la cama dándole vueltas al día para ver cómo tienes que hacer para condesar todo en veinte y cuatro horas. Tenle la ropa preparada cuando salga del baño porque de tiempos inmemorables se conoce la incapacidad de los hombres para encontrar la ropa en el armario. Pídele que te acerque al trabajo, sentirse necesario desde buena mañana le pondrá de buen humor. Habla a tus compañeros de que es un buen padre aunque nunca recuerde los cumpleaños de los niños y seas tú quien se despierte por la noche cuando están acatarrados. No le hables de tus compañeros de trabajo, los compañeros, ya se sabe, son potenciales amantes que perturbarán la imaginación de tu marido. No suscites malos pensamientos, tú solo tienes compañeras de trabajo. Ocúpate de la comida y déjale cocinar en fin de semana, eso le hará sentirse democrático y moderno. Pregúntale por cosas obvias, aunque la sepas, como si nunca las hubieses oído o las oyes por primera vez. El telediario del mediodía es una buena ocasión. Niégate a usar las tarjetas o abrir una cuenta por si un día te escapas de vacaciones, las buenas mujeres dejan estos aspectos financieros en manos de un hombre. Reclínate en su hombro por la noche y piensa que, pese a lo que diga tu familia y tus amigas, él es un buen hombre, y que nadie lo conoce tan bien como tú. Finge un orgasmo espasmódico y colosal. Perdónale que te haya dejado de querer porque se haya enamorado de una mujer más joven y rebelde. Sigue pensando que algo debiste hacer mal en todo el proceso o que al menos te educaron para eso. Siempre este último recurso es una buena excusa. No llores delante de él o le harás sentir mal por ser cómo es y por tener que aguantar encima tus lágrimas. Recuerda cuando pensaste que era un ser excepcional y olvídate de cuando se empezó a comportar como un desconocido. Piensa que él nunca cambió que fuiste tú. Hazle sentir que es sólo tu culpa cuando recoja las maletas y se lleve los niños un fin de semana de cada dos. Siéntete sola y hueca como una muñeca de escaparate y nunca muestre tus deseos de huir delante de los demás. A fin de cuentas nunca estuviste en ti. Ya se sabe que las mujeres piensan poco y mal.

5 comentarios:

sempiterna dijo...

Condensado, profundo y real. No hay peor oquedad que la que uno mismo se genera.

Anónimo dijo...

Buena solución señorita. Gracias por satisfacer mi retrato por encargo. Si Víctor Hugo te hubiese conocido, te tendría de negrera oficial. Gracias.

dintel dijo...

He visto reflejada a mi madre, así, como una visión, desde la primera frase.

Anónimo dijo...

Parese que nadie se atreviera a decir que se ha visto a si misma, como un espejo, que hoy pese a todo no somos tan distintas, que intentamos llenarnos la cabeza de ideas feminista pero la cargada losa que sujetamos de siglo en nuestras espaldas muchas veces puede más y acabamos queriendo o sin querer siendo una buena mujer, con todos los tintes que se le quiera ofrecer.

Ico dijo...

Aunque en el relato trate sobre un hombre y una mujer, creo que,en realidad, no es cuestión de sexo, sino de llevar una vida digna, compartiendo, no estando subyugada a otra persona. Desprendernos de lo cultural y de lo aprendido, es dificil, nos han enseñado a resignarnos muchas veces... pero no imposible